jueves, 18 de abril de 2013

Reencuentro con Lara

Jueves, 2:30 de la madrugada. Me despierto al sentir una suave caricia en la mejilla. Al abrir los ojos veo en la semipenumbra una figura arrodillada a mi lado en la cama. Rápidamente me incorporo y me siento contra la cabecera de la cama, tratando de alejarme instintivamente de la figura, pero mi susto inicial se transforma en felicidad cuando reconozco el rostro de Lara en la persona a mi lado. Me cuesta un poco reconocerla vestida casi de entrecasa –vaqueros, blusa, sin maquillaje ni accesorios–, pero efectivamente es ella.
–¿Estoy soñando? –pregunto.
–Te voy a demostrar que no.
Para cumplir tal promesa, se inclina sobre mí y me besa apasionadamente. Sacudo un poco mis brazos, para ver si los puedo mover. Efectivamente es así, entonces los uso para abrazarla y acercar su cuerpo al mío, a la vez que acaricio su espalda.
Rodamos sobre la cama y quedo encima de ella. Vienen a mi mente preguntas fuera de lugar; por ejemplo: ¿cómo hizo para entrar? ¿Habré dejado abierta la puerta del departamento? Pero rápidamente disipo esos pensamientos para concentrarme en lo que está sucediendo.
Comienzo a besar su cuello y siento una fragancia conocida. Un sutil pero sugestivo aroma floral. Inmediatamente mi olfato hace que en mi mente se formen con toda claridad las imágenes de mi supuesto sueño del viernes pasado. Ahora recuerdo bien su mirada sonriente desde la mesa de la esquina en Mateo’s, agitando el vaso en una invitación a sentarme con ella. Recuerdo bien su silueta insinuándose por debajo del tul negro, en el departamento donde se llevó a cabo el ritual. Ahora sí, sé positivamente que todo eso en verdad ocurrió.
Siento su respiración acelerarse, transformarse en un jadeo seguido por leves gemidos. Comenzamos a amarnos como dos personas normales. Nada de aullidos, ni alucinaciones, ni rituales paganos. Sólo pasión, calor, sexo, amor.

La miro acostada a mi lado, con sus ojos fijos en mí. Su pelo está revuelto y su expresión muestra cansancio, pero igual la veo hermosa; es bueno saber que es humana, después de todo. Tengo diez mil preguntas que quisiera hacerle. Entre todas ellas, mi mente elige la que más me intriga:
–¿Por qué yo?
Lara sonríe.
–Por tu sangre –La respuesta me sobresalta notoriamente, y Lara se apura a tranquilizarme–. No te preocupes, no soy vampiro. Me refiero a tu herencia, a tu linaje.
Otra vez la palabra “linaje”; hasta antes de este día me era una palabra totalmente extraña.
–Diego –continúa Lara–, dentro tuyo hay un poder muy grande, del que seguramente no sos consciente, y ese poder, combinado con el de mi linaje, engendrarán una fuerza capaz de conmover al mundo.
Finjo que no sé de qué está hablando, para no verme obligado a mencionar mis fuentes de información, tras lo cual Lara me cuenta prácticamente lo mismo que unas horas antes me habían contado Jaimovich y Heidrich. También me cuenta sobre Isabel
–Hay algo que no entiendo –le digo–. ¿Si soy el heredero de un linaje tan especial, por qué amenazaron con matarme?
Lara sonríe.
–No lo hubiéramos hecho. Sólo era parte del ritual. Aún si no hubieras cumplido con tu parte, aún si nos hubiéramos equivocado y no fueras el elegido, hubieras conservado la vida.
–¿Y cómo me encontraron, qué te llevó a elegirme?
–Las cartas me indicaron el camino. Por mis venas corre sangre gitana, ¿sabés? Y por eso tengo habilidad para leer el Tarot. Las cartas me dijeron el momento y el lugar exacto donde te encontraría.
–Así que fueron las cartas… –de pronto siento una sequedad en mi garganta–. ¿Querés tomar algo?
–Un vaso de agua, nada más.
–Bien.
Voy a la cocina a buscar el agua y un Gatorade para mí. Debo hidratarme por si Lara tiene intenciones de repetir lo de recién. Al volver a la habitación la veo de pie, observando una de mis camisas, la que tiene el prendedor con forma de estrella de cinco puntas.
–Veo que conservaste nuestro regalo –comenta Lara.
–Sí. Hasta ahora no sabía de dónde había salido.
Me siento en la cama y la invito a sentarse a mi lado, cosa que acepta.
–Lara, ¿puedo hacerte una pregunta?
Su rostro adopta un gesto de extrañeza.
–Sí, ¿qué me querés preguntar?
–Bueno, es algo que me asusta bastante, y a la vez me intriga. Sabés, tu cara parece la de un ángel; es algo que noté desde la primera vez que te vi. Pero no me puedo quitar de la memoria el rostro endemoniado que tenías la otra vez, ¿te acordás? ¿Por qué, qué significó eso?
Lara agacha la cabeza y mira el suelo, como con vergüenza. Al cabo de unos segundos, comienza a explicarme.
–Es una consecuencia fallida de mi iniciación. La metamorfosis es una de las habilidades derivadas de la brujería. Yo tengo esa habilidad, pero nunca alcancé a dominarla totalmente. También soy humana, ¿entendés? Como humana, tengo impulsos irracionales, y esos impulsos se conectan con mis habilidades especiales, y hacen que pasen cosas como esa.
La veo cubrir su rostro con sus manos, y me doy cuenta de que le hice confesar algo que no la hace feliz. La abrazo y la beso en la mejilla, a modo de consuelo.

Jueves, 6:30 de la mañana. Me despierto con la alarma del reloj. Estoy solo en la cama. En la almohada a mi lado siento un suave aroma floral.
Recorro el departamento para ver si ella todavía está, pero no la encuentro. Reviso puertas y ventanas, y todas están cerradas por dentro. Me pregunto cómo hizo para irse, y también cómo hizo para entrar, pero me conformo respondiéndome que es una bruja.

martes, 2 de abril de 2013

La profecía

El psicólogo hace una pausa para tomar un vaso de agua, y luego comienza el relato.
–La historia se remonta al siglo 17, en la época de la inquisición española. En esa época vivió un sacerdote, conocido como Eustaquio de Aragón, que era bastante popular por su capacidad para realizar curaciones milagrosas y otros prodigios semejantes. La Iglesia no reconoce esta capacidad del sacerdote, ya que le tenía cierta antipatía por la costumbre del cura de participar en los juicios de brujas y de paganos para probar la inocencia de éstos; cosa que lograba muy a menudo. Además de la antipatía de la Iglesia, esa costumbre también le valió la enemistad de la inquisición. Se cree que lo hubieran convertido en santo, si no fuera por que lo expulsaron de la Iglesia.
–¿Por qué lo expulsaron?
–Hubo en Zaragoza una bruja muy poderosa, llamada Isabel, que si bien no era practicante de la religión católica, muchas veces recurría a Eustaquio en busca de consejo. La inquisición la capturó para enjuiciarla y Eustaquio no pudo hacer nada en su defensa, excepto…
–¿Excepto?
–Excepto ayudarla a escapar de la cárcel y huir con ella. Hasta ahí es lo que dicen los documentos oficiales de la Iglesia. Pero las investigaciones llevadas a cabo por el profesor Heidrich revelan que Eustaquio e Isabel, si bien huyeron juntos, debieron seguir caminos diferentes para evitar la persecución de la inquisición. El profesor concluyó que Eustaquio, luego de dejar los hábitos, cambió su nombre y se insertó en una comunidad de judíos conversos; hay leyendas sobre ciertos milagros obrados por un hombre llamado Ajshalom, que bien puede haber sido el mismo Eustaquio. También se sabe que formó una familia, y pudieron obtenerse algunos datos sueltos sobre su descendencia. Pero de Isabel no se sabe prácticamente nada. Hay historias que cuentan que fue recibida por un grupo de gitanos y que con ellos se desplazó por distintas ciudades de Europa, pero nada más. También se especula con que dejó una descendencia, puesto que hoy existen supuestas brujas que se consideran sus herederas, y quieren cumplir la profecía.
–¿Cuál profecía? –vuelvo a preguntar.
–Bien. La leyenda dice que quien herede y pueda combinar los poderes milagrosos de Eustaquio y los poderes mágicos de Isabel tendrá un único y gran poder, no para obrar milagros o para hacer magia, sino para reconciliar a la iglesia católica con el ocultismo. Los más crédulos suponen que tal hecho representará una revolución para la humanidad, un resurgimiento de la fe, algo así como la llegada de un mesías. Y la profecía dice que ese hecho excepcional ocurrirá cuando se unan ambos linajes, el de Eustaquio y el de Isabel.
Jaimovich hace una pausa casi dramática, y luego me mira fijo a los ojos.
–Diego, las brujas con que te topaste se consideran herederas de Isabel, y a vos te consideran heredero de Eustaquio, y por eso te eligieron para embarazar a una de ellas. Creen que el bebé que tendrán será el heredero.
Me lo quedo mirando un rato.
–Ahá.
“¿Es eso nada más? ¿Una ridícula leyenda antigua puesta en práctica por un grupo de locas?”, pienso. “Al menos la otra noche no la pasé tan mal… excepto por la amenaza del cuchillo, claro”.
Jaimovich sonríe levemente y comenta:
–Veo que no te impresiona mucho la profecía.
–No, no. No es que no me impresione. Pero me resulta difícil de creer. No puedo ni siquiera caminar y mascar chicle a la vez, y ¿se supone que en mi sangre llevo los genes de un milagrero? Discúlpeme, pero creo que estas brujas eligieron al tipo equivocado. ¿Usted cree en esta leyenda?
–Mirá, las investigaciones del profesor develan muchos datos que te sorprenderían. Aparte, es posible que efectivamente lleves el linaje de Eustaquio, aún cuando sus poderes no se hayan manifestado en vos. Pero por eso es que quisiéramos saber más sobre tus antepasados, a ver si hay alguna conexión con el sacerdote. Además me interesa lo que pueda pasarte. A través del tiempo se han reportado muchos casos de grupos de supuestas brujas que han querido cumplir la profecía, y las consecuencias han sido muy variadas, y no siempre agradables. Ha habido crímenes. Además, hay grupos antagonistas, desde fanáticos religiosos hasta sectas satánicas que conocen la profecía y creen que su misión es evitar que se cumpla, y podrían intentar cualquier cosa. No es algo para tratar a la ligera.
Miro el reloj. Ya se me hizo muy tarde.
–Me tengo que ir.
–Está bien andá, ya se te hizo bastante tarde. Diego, muchas gracias por venir y charlar con nosotros.
–Sí, muchos gracias –agrega Heidrich.
–Una última cosa –interrumpe Jaimovich–. Diego, seguramente estas supuestas brujas seguirán en contacto con vos. Nos gustaría que nos cuentes cualquier cosa que ocurra con respecto a esto, para ayudarte y para ampliar la información sobre el caso. Pero por favor no les vayas a mencionar nuestra participación, no queremos intervenir en el proceso.
“Caso”, “proceso”… todo esto me hace sentir como una rata de laboratorio.
–Antes de irme quisiera hacerle una pregunta –le dijo a Jaimo–. ¿Por qué ustedes tienen tanto interés en este tema?
Jaimo lo mira a Hedrich, cediéndole la palabra.
–Diego –dice el extranjero–, he investigado mucho casos como este; ninguno fue auténtico. El tuyo también podría no serlo, pero algo me dice que en verdad usted puede ser el elegido. Y si profecía ser cierta, quiero hacer que se cumpla, piense que estamos ante un posible hecho histórico de gigantes proporciones.
Lo miro con extrañeza y lo saludo amablemente.