domingo, 27 de mayo de 2012

Invitación

Viernes, 20:45. Afuera ya es de noche. En la mesa hay cinco vasos de trago largo, vacíos. La bebida causó en mí los efectos positivos del alcohol y ninguno de sus efectos negativos. Me siento más audaz, más agudo, capaz de todo. No perdí la coordinación al hablar, no siento mareos, y estoy seguro de que en cuanto me levante podré caminar derecho, controlando a la perfección cada uno de mis movimientos.
La charla durante la última hora fue amena; yo le conté sobre mi trabajo, mis aficiones, mis sueños, mi historia. Ella me contó… en realidad no sé qué me contó. Habló, pero ahora no sé sobre qué.
–¿Qué planes tenés para hoy? –pregunto, tratando de iniciar el paso a la segunda fase.
–Planeo llevarte a mi casa.
Estaba preparado para cualquier respuesta menos para esa. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Me quedo mirando el rostro de Lara un segundo buscando con qué retrucar a esa última frase, aunque mis opciones convergen en una sola.
–Vamos entonces.
Saco mi billetera, pero Lara me indica que ya está todo pago. Lo miro a Mateo, como para confirmar eso. El barman sabe que nos estamos yendo pero no nos mira, sólo se concentra en dejar la barra reluciente con una franela, como tratando de evitar ser cómplice de alguna maldad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario